Más allá de las consecuencias inmediatas que pueda acarrear la histórica derrota frente a los Croatas, en el aire del Nizhny Novgorod Stadium quedó la sensación de un equipo Albiceleste sin alma, sin reacción, sin rebeldía frente a la adversidad. Y eso, claro, duele mucho más que perder tres puntos.

Como así también la de un técnico que perdió la compostura, que se dejó llevar por el clima del partido y que se terminó convirtiendo en un fanático más. Que perdió más de lo que ganó con los cambios que realizó, y lo más importante: su ruptura personal con el simpatizante argentino, que lo despidió con insultos.

Croacia le propinó un golpe durísimo al combinado nacional, que pese a no quedar eliminado, parece irse en picada libre. Los gestos de los protagonistas fueron más que elocuentes, sobre todo en las acciones y expresiones del referente Lionel Messi, que al igual que frente a Islandia no estuvo a la altura de lo que requerían las circunstancias.

En sus cuatro choques anteriores frente a equipos sudamericanos en una Copa Mundial de la FIFA, Croacia nunca había conocido otro resultado que el de la derrota.

El error (horror) de Caballero dejó en evidencia todas las fragilidades argentinas, que luego de la primera anotación perdió todo tipo de respuesta anímica, y ni que hablar tras la segunda, en donde definitivamente extravió el Norte. Los últimos veinte minutos de la etapa final fueron un descalabro, en donde todo podía llegar a pasar.

Así y todo, al seleccionado todavía le queda una vida más. Aunque está claro que ya no depende de sí mismo. Una vez masticada esta caída, será menester poner la cabeza en el último compromiso frente a Nigeria, a quien obligadamente deberá derrotar, para luego esperar una milagrosa combinación de resultados que le permitan soñar con la clasificación directa.

Por Federico Urriza
Imagen FIFA vía Getty Images