Luego de armar las valijas en Porto Alegre, nos preparamos para el largo viaje que nos esperaba hasta Río de Janeiro. En total fueron más de treinta horas en colectivo, con paradas incluidas en Curitiba y en San Pablo.

Para fortuna nuestra, luego del agotador periplo, Río nos recibió con los brazos abiertos. Fue la ciudad en la que más días nos quedamos, por lo cual llegamos a generar un lazo diferente. Además nos regaló el pasaje a semifinales, tras ver a nuestra querida Selección Argentina triunfar en el Maracanã.

Las clásicas avenidas de Río – Redacción

Más allá de lo meramente deportivo, también quiero destacar los días en que pudimos darnos el gusto de conocer las dos playas más famosas del lugar: Copacabana e Ipanema. Reconocidas mundialmente por sus paisajes y el color de su gente.

Cada una cuenta con su magia. Por un lado, Copacabana nos regala una vista privilegiada al Pan de Azúcar, y un clima de tranquilidad, ya en que su mayoría acuden familias enteras a disfrutar del clima. Aunque vale destacar que sus olas no son para principiantes.

El atardecer en Ipanema – Redacción

Ipanema no se queda atrás en cuanto a escenario, desde la arena se puede evidenciar la presencia del Morro Dois Irmãos que es una belleza natural. Un lugar clásico para todos los turistas que no pueden irse de allí sin su debida foto de recuerdo.

En ambas playas uno puede adquirir el servicio de reposeras y sombrilla a un precio que oscila entre 15 y 20 reales, que serían alrededor de 200 pesos argentinos. Los vendedores ambulantes también sé hacen presentes con los clásico de la casa: la caipirinha y el agua de coco. Sin dudas las bebidas que más se consumen, junto a la clásica cerveza helada.

La vista privilegiada en las playas – Redacción

En el medio de ambos puntos se encuentra la llamada “Piedra del Arpoador”, que es una roca que separa ambas playas y desde la cual se puede contemplar una vista privilegiada al Océano Atlántico. Sin dudas un plan imperdible para cualquiera que tenga la fortuna de visitar la tierra carioca.

Fueron cinco días de ensueño, en donde todo salió redondo. Agradecemos la energía positiva, y nos disponemos a viajar a nuestra próxima cita: Belo Horizonte, que ya nos acogió con anterioridad, y en la cual esperamos poder seguir haciendo historia. Allí viviremos, en primera persona, uno de los clásicos más importantes del mundo del futbol. Esperamos estar a la altura.

Por Federico Urriza – Enviado Especial
Imagen
Redacción