Argentina volvió de decepcionar: igualó 1-1 con Paraguay y ahora se jugará todas las cartas ante Qatar, al que deberá ganarle el domingo para avanzar a la siguiente ronda. Messi hizo el gol albiceleste y Armani atajó un penal clave. No para de sufrir: Argentina vivió otra noche de pesadillas en Brasil.

En el Estadio Mineirão de Belo Horizonte, la Selección padeció lo que fue un partido chivo, bravísimo desde lo emocional y también desde lo futbolístico, porque el conjunto nacional se mostró una vez más confundido, sin rumbo ni un plan confiable para llevar adelante una idea.

El 1-1 con el aguerrido Paraguay dejó en evidencia nuevamente los sucesivos errores colectivos y la persistente ausencia de una identidad de juego, donde abundan las flaquezas y escasean las certezas. Aunque a pesar de ello, y tras un mal primer tiempo, en los segundos 45 minutos Argentina tuvo una mejoría al menos desde el carácter y logró salvar un empate que le permite llegar a la última fecha del grupo con las chances intactas de clasificar.

El elenco de Scaloni volvió a desilusionar. Suma apenas un gol y tan solo un punto sobre seis jugados. Muy poco para lo que representa. Aunque lo más preocupante es el nivel brindado, el rendimiento, que no le permite ni dominar y mucho menos superar a sus adversarios. El domingo el equipo de Messi y compañía está obligado a derrotar a Qatar para meterse en la siguiente fase, ya sea como segundos o como uno de los mejores terceros. Pero solo conseguirá ese objetivo, ganando; de lo contrario armará las valijas.

El partido fue complicado de principio a fin. Paraguay, fiel a su estilo, no estuvo dispuesto a regalar nada y peleó cada pelota como si fuese la última. Argentina buscó proponer de entrada, pero le faltaron ideas para atacar más allá de los cambios que propuso el técnico en el once inicial, donde apostó con De Paul, el “Tucu” Pereyra y Lautaro Martínez para acompañar a Messi.

Y si bien la posesión fue mayormente albiceleste, el trámite fue parejo en el primer tiempo, con Paraguay agazapado dispuesto para el contragolpe. Así fue como González avisó con un remate peligroso que terminó en córner. Y una gran corrida de Almirón -una de las figuras de la cancha- por la banda izquierda derivó en lo peor: un perfecto centro atrás para que Richard Sánchez estampe el 1-0.

Argentina sintió el cachetazo. De hecho los guaraníes pudieron hacer el segundo en otra contra, totalmente desaprovechada. La Selección se transformó en un manojo de nervios, impotente ante su rival, el resultado y la falta de reacción de varios de sus hombres. Y en el segundo tiempo, cuando parecía que Argentina ni siquiera ligaba, llegó una jugada trascendental.

Pase atrás de Agüero, Lautaro tocó y la pelota dio en el travesaño, Messi tomó el rebote y metió un zurdazo que fue bien tapado por el arquero Fernández. Acto seguido, previo a que se ejecute el tiro de esquina, llamaron desde el VAR y vino el penal por una mano. Se encargó de tamaña carga Messi, que lo cambió por gol y trajo alivio a un seleccionado que a esa altura era pura angustia.

El empate cambió el ánimo y, desde los pies de “Leo”, por un rato Argentina se revitalizó ante un rival que se refugiaba muy atrás. Pero Otamendi se llevó puesto a Derlis González y el juez brasileño no dudó en sancionar penal para Paraguay. El sufrimiento volvió a estar a flor de piel, aunque todo se disipó cuando Armani voló hacia su izquierda y contuvo el remate. Argentina, sencillamente, lo festejó como un gol.

Después Lautaro se lo “morfó” de cabeza tras un centro de Lo Celso. Di María entró, pero como todo el equipo, nunca pudo acomodarse al partido. Lo concreto es que Argentina no hizo bien los deberes para llevarse algo más y sigue enredado en sus propias confusiones. Los minutos se escurrieron y la historia terminó en empate, que analizando lo sucedido, tranquilamente podría haber sido derrota. Ahora no queda otra opción: deberá ganarle a Qatar en Porto Alegre para avanzar a la siguiente fase del torneo más importante de Sudamérica.

Por Diego Sánchez
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Agencia VOVOPAD