A pocos minutos de empezar el partido contra Chile en New Jersey, las miradas se posaron -aún más de lo acostumbrado- sobre Messi. Las más de 80 mil almas en la cancha y millones incontables detrás de las pantallas siguieron casi sin pestañar los movimientos del capitán argentino, que acusaba una molestia y abría el portal de la preocupación.
Como en el tramo inicial del Mundial de Qatar 2022, Leo mostró signos de un problema muscular, generando sensaciones de inminente peligro por una posible lesión y además permitió un jugoso contrapunto tribunero que discutía -con la clásica efervescencia argenta- si debía salir del campo para preservarse o seguir intentando dentro de sus posibilidades físicas. Este genio de la pelota en una jugada puede cambiar cualquier historia, y no tenerlo en acción podría derivar en un golpe al ánimo y el semblante del equipo.
Ya se sabe que al 10 albiceleste no le gustar pedir el cambio y probablemente nunca lo haga, pero el debate futbolero en esos minutos alcanzó su pico de tensión. Mientras se consumía la picada, se destapaba otra cerveza y se tiraban las últimas brazas al fuego del asado que se iba a degustar en el entretiempo, los y las argentinas se preguntaban qué tenía Messi y si era necesario que continuara jugando, entendiendo que la Copa recién empieza y, por razones lógicas, con Messi es una cosa y, sin él, la cuestión es otra.
Cuando Messi dejó en ridículo a cuatro chilenos en la mitad de la cancha y estrelló un zurdazo en el palo izquierdo de Bravo, hubo alivio generalizado. El susto había pasado. De todos modos, era evidente que Leo no estaba al 100 por ciento y que, como dijo después, le “costó moverse con soltura por la molestia”. Asimismo, hizo su mejor esfuerzo y aguantó los más de 90 minutos en el MetLife Stadium, que cada vez que pudo lo ovacionó.
Argentina aún no alcanzó su plenitud futbolística, es consciente que le faltan ajustar detalles de la maquinaria. Aunque tiene una certeza: nunca se rinde, siempre va por más más allá de las circunstancias. Por eso lo ganó en el final, porque es una Selección que, como su capitán, entrega hasta la última gota de sudor. Y eso es justamente lo que valora el hincha argentino, que “se deje todo en la cancha”. Ahí es cuando si toca perder, será con orgullo y cabeza en alto. Y si Messi, a media máquina da pelea, el resto no puede hacer menos.
Más tarde se supo que Leo tuvo fiebre en la previa y que sería una contractura la causante del malestar. Ahora será tarea de Scaloni y su cuerpo técnico determinar si lo cuida el sábado ante Perú, ya pensando en los cuartos de final, donde necesitamos del capitán para seguir soñando con un nuevo título continental. Elevemos las plegarias en todas sus formas para que Messi esté bien y siga regalando su magia.
Por Diego Sánchez
Fotos: Pablo Dizeo – Agencia VOVOPAD
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