Di María dedica uno de sus goles ante Singapur. Prensa AFA

¿Argentina debía ganarle a Singapur? Sí.

¿El partido fue un trámite para la Selección? Sí.

¿Vale de algo la disputa de este encuentro con un combinado de pobre nivel? Claro que sí.

¿Por qué? Porque el ciclo de Jorge Sampaoli al frente del equipo recién está comenzando, y le sirvió para poner en cancha a la gran mayoría de los que jugadores que citó (salvo los casos de Geronimo Rulli y Mauro Icardi –lesionado–). Además, durante varios momentos del partido se dejó entrever un equipo de toque rápido y preciso, algo que hace muchísimo tiempo no sucedía.

Como ya se aclaró, es sabida la inferioridad de su contrincante, que ni siquiera le generó una jugada de peligro. Pero pese a ello, la Albiceleste nunca le faltó el respeto, y buscó exponer el tipo de juego que le gusta a su flamante entrenador: presión constante en tres cuartos de cancha, con el afán de recuperar la posesión lo más rápido posible.

Y lo positivo fue que muchos jugadores se entendieron y armaron fructíferas sociedades, explotando al máximo la calidad técnica de cada uno de los citados para la gira. También le respondieron (y con goles) sus nuevas apuestas para la mayor, como Joaquín Correa, “El Papu” Gómez y Leandro Paredes.

Ésta victoria frente a Singapur, y la pasada frente a Brasil, no hacen más que afirmar lo positivo que fue el debut para Sampaoli en el banco argentino, no sólo por el resultado, sino también –y principalmente– por las sensaciones que deja de cara al futuro inmediato: que será, nada más ni nada menos, que la doble fecha de Eliminatorias frente a Uruguay, en Montevideo, y Venezuela como local.

Por Federico Urriza
Imagen Prensa AFA