Siempre que uno imagina una visita a Brasil enumera al menos tres puntos específicos: sus hermosas playas, el Cristo Redentor y el Estadio Maracaná. Esta lista, por supuesto, puede ir variando de acuerdo a los gustos y los interéses propios. Para quien escribe, el mítico terreno de juego encabezaba la tríada.

Leer y escuchar tantas historias sobre esta histórica cancha alimentó no sólo mi adolescencia, sino también mi infancia. Las enciclopedias futboleras hablaban de un evento que congregó a casi 200.000 hinchas en un partido: ¿cómo no emocionarme? En 1950, en el lugar en donde estoy escribiendo estas líneas se produjo uno de los mayores eventos deportivos de la historia.

Contundente vista del Estadio – Agencia VOVOPAD

Dicho suceso, tuvo como nombre popular “El Maracanazo”, y los protagonistas de la historia fueron los seleccionados de Brasil y de Uruguay, que se cruzaron en un duelo emocionante en la final de la edición de aquel año, y para sorpresa de todos los espectadores el vencedor sería el equipo visitante, lo que produjo uno de los mayores silencios dentro de un campo de juego.

Pero hace tan sólo cinco años aquí también se llevó a cabo un hecho que quedó marcado a fuego en la Selección Argentina. Cuando en el año 2014, el equipo dirigido por Alejandro Sabella y capitaneado por Lionel Messi quedó en las puertas de la gloria mundial, al caer por la mínima diferencia ante Alemania en el tiempo suplementario.

El arco en donde todo pudo haber cambiado – Agencia VOVOPAD

Sin dudas que el escenario cuenta con un ingrediente especial para aquellos jugadores que todavía sobreviven en la actualidad. De ellos solamente estarán dos desde el arranque ante Venezuela: el mejor jugador del mundo, Lionel Messi; y el goleador del Manchester City, Sergio Agüero.

Justamente ellos dos, quienes se ubican en el podio de los máximos anotadores de la Albiceleste, son los que llevan adelante la bandera del equipo en esta nueva selección plagada de jóvenes promesas, que recién arrancan a hacer su camino con la celeste blanca. Como aquella vez, en ellos confíamos. Ojalá que esta vez, el destino les regale otro cierre.

Por Federico Urriza – Enviado Especial
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