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ENTREVISTA A EZEQUIEL CORIA / Este platense de 32 años nos introduce al mundo de la literatura deportiva con una narrativa que retrotrae a la infancia, al barrio, al club del pago chico. A esos momentos gloriosos de juventud, a aquella gambeta inolvidable en el atardecer del parque, en el ritual futbolero de la esquina con los amigos. Sus cuentos describen los domingos de cancha, los lazos afectivos más íntimos, con alegrías y tristezas. En sus relatos se recrean personajes reales, esos que siempre superan a la mismísima ficción. Ahí aparecen el “Flaco” Crivalet y su definición más amarga; los vaivenes y entuertos de Facto Fútbol Club; “Masetti y otros quince más” visibilizan en el fútbol las “contiendas léxicas” que evocan años oscuros y de violencia extrema; en “el de afuera” aflora la complicidad de un padre e hijo, quienes mudan sus ilusiones y se aferran a las aventuras en una liga de provincia; ni hablar de “Motoneta” Carlusi, el “mago con botines” que quedó en la memoria por ser “lo que quiso”; en “Made in Taiwán”, cuando la historia retorna a la cuadra, al recuerdo nostálgico del potrero que fue devorado por la urbanización. Son muchas las historias que se tejen en este texto creativo, dinámico y locuaz de Coria, que intenta transmitir y potenciar los valores más nobles del fútbol y de la vida, como la amistad y la solidaridad.

Salir a la cancha

“El libro nace de la necesidad que tiene uno siempre, como periodista, de escribir. Iba testeando por medio de correos con escritores del género, me iban tirando onda y no obstáculos. Entonces empecé a escribir, revisar, escribir. Fueron quedando cuatro o cinco cuentos hasta que en un momento me contacté con editorial Ciccus, que es la que termina imprimiendo el libro”, esgrime Coria con su obra en la mano, orgulloso del trabajo realizado. Y puntualiza sobre la génesis de sus textos: “Básicamente tiene que ver con las ganas de transmitir ideas. Soy futbolero, juego al fútbol y he recorrido ligas. Eso me permitió recabar imágenes, momentos. Mi familia la pude construir a través del fútbol, visitando el interior. Entonces tiene un arraigo muy fuerte el fútbol y escribir”.

De esa manera surgió la compilación de cuentos, inspirados en “sensaciones, recordando compañeros”. “Comencé a volcar valores, como la lealtad, la solidaridad. Siempre intentando poner la excusa de la pelota, y llevar eso al plano de la vida, que es lo que va a quedar. El fútbol y sus historias se recordarán más, menos, pero lo que vamos a recordar fundamentalmente son cosas concretas que intento dejar en el libro, como la amistad, los códigos, la infancia con los viejos. Le doy mucho hincapié al barrio, al potrero. Revivir nuestros años de jugar al fútbol hasta las 10 de la noche y que no pasara nada, con los amigos y una pelota sola, renegando. Siempre traer sobre la mesa la discusión de qué es el buen fútbol, esto de considerarnos los mejores del mundo y eso retrotraerlo al barrio, que es donde sigo consumiendo historias”, resume este periodista, residente en la conocida barriada de Los Hornos.

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Jugar y definir

No fue fácil la tarea. El libro transitó por un proceso de ocho años, que culminó en 2014. “Empecé a escribir por una situación familiar, luego de una pérdida importante. Ahí tuve la necesidad de canalizar y lo hice a través del fútbol, que es lo que respiro día a día. Y a partir de allí se dieron los cuentos. En dos años me creí la idea que podía llegar a elaborar un producto. El libro termina atado al azar, como es el fútbol. Tenía los cuentos listos, nos mudamos con mi familia y a los quince días nos desvalijan la casa. Y se llevan el pendrive donde estaban guardados los textos. Pero por suerte le había prestado con anterioridad ese pendrive a mi cuñado, quien por casualidad bajó todos los archivos. Se pudieron recuperar. Ese fue el último empujón. Era hacerlo ahí o nunca más”, recuerda Coria, que a su vez brinda pormenores del recorrido que hicieron sus cuentos hasta su flamante publicación. “Lo fui compartiendo con gente afín, con amigos. Después con colegas e incluso con la familia, quien dio un parecer distinto, que me terminó dando el colchón que indicó que eso podía llegar”. Luego vino la etapa final, no menos compleja. Y así lo marca Coria: “Costó llegar, cerrar. Tuve que volver a revisar, corregir, releer. Es un proceso muy complicado. Pero termina siendo algo muy lindo, con cuestiones de mi vida que siempre voy a llevar conmigo”.

En cuanto a como se fue nutriendo para construir “Desde el Potrero”, el autor explica: “Me gusta experimentar. Me interesaba mucho este género. Me fui formando con la práctica y el error. Fui tomando recursos de otros escritores importantes y bueno, después, vas armando tu propia estructura. Uno toma rasgos pero deja su impronta. Lo que intenté hacer es vincular la pelota con mis sensaciones. Lo que no me abro en la vida como tipo, me abro en los cuentos”. Por un instante Coria se deja llevar por su propia narración, como si tuviera la pelota al pie y con espacio para atacar. Y confiesa: “Lo que cuento son historias vividas, otras que me han contado y está lo ficcional. Y es un aprendizaje de realidades que me han marcado. Quizás viví situaciones muy tristes y las volqué en el libro con total tristeza, con angustia. Uno va equilibrando sus sensaciones y después se lanza a correr al compás de las letras. Es una instancia de aprendizaje como intento de escritor. Es jugar con uno mismo”.

¿Se juega cómo se vive?

A la pregunta, Coria no duda. “Sí, estoy de acuerdo con esa frase. No cuando se lo vincula con los disturbios que se suscitan en los estadios y que, enseguida bajo un mismo cliché, se atribuyen a los problemas que vive la sociedad y que los vuelca en las canchas. Yo juego como vivo, juego como soy. Creo que el fútbol desnuda como sos. Vos te das cuenta jugando y compartiendo, quien es solidario o egoísta. Quien intenta conciliar para que no se parta un grupo. Quienes van al frente y toman la bandera de algo positivo. Los roles que se juegan, los que se escogen. La forma de comunicarse. El fútbol te desnuda como tipo, totalmente”, resalta este comunicador egresado de la UNLP, que insiste con el tema: “A uno le toca ver gente fuera del fútbol, a veces se da cuenta que son iguales que dentro de la cancha. Yo juego con una intensidad total, y así vivo. Entonces, intento estar en el detalle. A veces la obsesión es la parte negativa. El fútbol marca como uno es, vive y siente. Ves que hay algunos que les da lo mismo todo dentro de la cancha y, en muchas instancias, es igual afue ra, en su vida”.

De táctica y estrategias

Volviendo al libro publicado por editorial Ciccus, Coria destaca sus motivaciones al momento de escribir. “Entrar en debate de temas que van a estar siempre. El buen fútbol y el malo; el bilardismo y el menotismo; que el ‘tiqui-tiqui’ no, que lo que importa son los equipos sólidos, ordenados, los que se desdoblan, los que se acomodan a los jugadores que tienen. Y darle también un tinte sociopolítico. En los cuentos aparecen los manejos dirigenciales y políticos, y como juegan los actores, los jugadores, los periodistas, los funcionarios”, expresa Coria, que a su vez reivindica a los potreros, espacios que sueña con ganar y recuperar. “Lo que se intenta plasmar en el libro es pensar el fútbol desde el barrio, desde las historias de pibes. Y también llevarlo al plano de los adultos ¿Por qué no volver al potrero? No sé si es tan real que están desapareciendo, pero sí que la esencia se va perdiendo. Se lo van comiendo y chupando otros mercados e ideas que hoy pagan más, que se le tiran por la cabeza a los chicos. Hay que volver al potrero. En él estaban los valores más nítidos del barrio, de la familia y los amigos. Y ese desparpajo que ya no se ve en el fútbol, ya que ahora casi todos son soldados del deporte, unos atletas fenómenos”.

En la esquina, el baldío, el parque, allí se juegan los primeros partidos. El potrero es un escenario único y precioso para la niñez. De ahí el nombre del libro que empezó a trazarse en la temporada 2006. “La palabra potrero dice mucho. Habla de los inicios, de la vuelta a los orígenes, cuestiones que jamás se deberían olvidar. Es una frase usada, pero cuando la podés complementar con el hacer, ahí toma valor. Recordar quien sos, de dónde venís”, especifica Coria, de quien -con conocimiento de causa- me atrevo a describir como un zurdo de toda la cancha, que mezcla técnica y garra, de esos tipos con despliegue y temperamento que siempre se quiere tener en el equipo. Y créame, escribe con la misma pasión que juega.

“Lo importante es seguir escribiendo, canalizando. Lo que quiero es lograr darle más contenido político, más con temas sociales y de Derechos Humanos, siempre ligados al fútbol”, concluye Coria una charla que, para variar, se da en la inmensidad del estadio Ciudad de Plata.

RADIOGRAFIA

Ezequiel Aníbal Coria nació en La Plata en 1983. Es Licenciado en Comunicación Social (UNLP) y, desde que tiene uso de razón, futbolero de pura cepa. Además de iniciar su camino como escritor, desde hace varios años ejerce la docencia y se desempeña como periodista en diferentes organismos de prensa.

Por Diego Sánchez
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El Fulbaso