Del deleite a la inesperada amargura

13-06-2015_argxpar

El fútbol tiene estas cosas: de estar ganando y a punto de golear, pasás a que te empaten sobre la hora un partido que tenías en el bolsillo. Eso le pasó anoche a la Argentina en La Serena, donde tuvo todo a su favor, hasta dos goles de ventaja, pero se equivocó en jugadas puntuales y finalmente permitió que Paraguay le iguale sobre la hora 2-2 cuando parecía que el debut en la Copa América era triunfo seguro.
Sorpresa mayúscula en La Portada, porque la Selección hizo méritos para llevarse algo más ante un rival al que en el primer tiempo superó claramente. El conjunto de Gerardo Martino fue de mayor a menor, con un Lionel Messi y un Ever Banega que en los 45 minutos iniciales manejaron los hilos de un equipo que apabulló a otro en todos los sectores.

Como era previsible, Argentina tomó la iniciativa, tuvo la pelota (73 por ciento de posesión) e impuso el ritmo, asumiendo el rol de favorita. Es que en el primer tiempo, en resumidas cuentas, hizo lo que quiso ante un Paraguay que esperó muy atrás.

Posesión, por momentos presión ahogante al rival y una notoria diferencia de velocidad en sus jugadores, hicieron que Argentina imponga su jerarquía individual y colectiva. Messi y Banega todo lo que tocaron lo hicieron brillar. Y fueron la llave para destrabar el marcador.

A los 13’ Di María casi convierte un gol olímpico, pero Antony Silva, reemplazante del lesionado Justo Villar, rechazó al tiro de esquina. Sobre los 17’ fue Mascherano quien metió el derechazo, desvió Messi en el camino y el balón rozó el palo izquierdo del guardameta.

Nicolás Otamendi estuvo seguro y firme en la marca, y abortó la única chanche con cierto peligro de Paraguay al cortar con lo justo un tiro de Roque Santa Cruz. Muy poquito de los albirrojos, que en esa primera parte no patearon al arco.

“Buena, buena”, arengaba Ramón Díaz a sus muchachos. Y en eso, cambió la historia. Iban 28’ cuando Messi presionó, ocasionó el error y la pelota le quedó al “Kun” en carrera hacia el área. Acto seguido el crack del Manchester City dejó desparramado al arquero y definió a la red.

Siete minutos después Wilmar Roldán cobró un dudoso penal a Angel Di María y Messi no perdonó: zurdazo cruzado y 2-0. Los argentinos clamaron por el capitán, que tiró un caño, hizo gambetas deliciosas y cumplió con aquellos que pagaron una entrada para verlo en acción. No brilló, pero fue el mejor.
“Que de la mano de Leo Messi”, se cantó en La Portada, que combatía el frío y muchas veces se permitía largos silencios que permitieron poder escuchar pormenores de los actores.

Banega era un lujo. Jugadón de Argentina y penal a Messi. Pero Roldán esta vez no quiso cobrarlo, quizás porque en su inconsciente le había quedado la duda del minuto 35.

El complemento comenzó con la misma tónica. Sobre los 11’ una buena pared entre Pastore y Messi culminó con el del Barcelona metiendo la derecha para hacer esforzar a Silva, de excelentes intervenciones a lo largo del duelo.

Argentina no pasaba sobresaltos. Pero este deporte no permite relajarse. Tras avisar con un derechazo, en la segunda que tuvo Nelson Haedo Valdez clavó un golazo. El delantero del Eintracht Frankfurt hizo inatajable su derechazo para un Sergio Romero que nada pudo hacer para evitar el golpe.
Las diferencias se acortaban. Y Paraguay, que estaba tan lejos, de repente se ponía a tiro del empate a pesar de las dificultades que había tenido para llegar al área rival.
Messi mostró su repertorio: en una pasó a todos, hasta al arquero, pero su zurdazo, sin ángulo, terminó cruzando todo el arco guaraní sin que nadie la empujara.
Derechazo de Pastore, Silva al córner con maestría.
Y Paraguay se animó un poco más. Ganó un par de córners y algunas faltas para intentar con centros. Haedo Valdez se devoró la igualad y Otamendi cortó una pelota providencial para salvar al equipo e iniciar una contra en la que Di María definió otra vez sin precisión.
Martino apostó por Tevez e Higuaín por Pastore y Agüero. Pero en lugar de liquidar el partido, Argentina se desbalanceó. Empezó a perder el medio y, como no había pasado, quedó varias veces mal parada. Romero evitó el empate tras mandar el remate de Samudio al córner. Di María nuevamente exigió al “1” albirrojo, que respondió sacando el peligro al córner.
Martino puso a Biglia por Banega para intentar mayor recuperación, pero el equipo ya no pudo acomodarse. Y cuando la victoria estaba al alcance de la mano, se escurrió entre los dedos: centro llovido, rebote a los pies de Lucas Barrios y el bonaerense de San Fernando metió un zurdazo letal para estampar el 2-2. Baldazo de agua fría para Argentina y festejo eufórico del argentino nacionalizado paraguayo.
Tevez tuvo el triunfo, pero el “Apache” cabeceó mal y con ese frentazo se fueron también las ilusiones albicelestes de conseguir su primera victoria en la Copa de Chile.
Argentina falló en la definición y terminó pagando esa ineficacia muy cara, justo ante un rival que hizo poco pero que con su clásico temperamento logró un resultado muy valioso pensando en la clasificación. Ramón, al que le gritaron y cargaron desde la tribuna, al final, sonrió con picardía sabiendo que se llevó mucho ante sus compatriotas.

Por Diego Sánchez
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Prensa AFA