Me tiraron la camiseta y, apesar de depender de otros resultados fuí sin dudar, ni un minuto, al estadio Brigadier López; era mi partido, del que iba a depender mi futuro profesional.

Tenía en mi poder una credencial de radio sin derecho a transmisión pero nadie me aseguró un ticket para ingresar al estadio y poder así ejercer mi rol de cronista para las dos radios de Córdoba que trabajo. No iba ningún conocido e iba a ser mi primer viaje solo como periodista y con poco dinero encima. Pero, reitero, no desaproveché el número en la espalda y me importó poco cómo iban a jugar mis colegas, quizá a favor o en contra y al final de los 90 minutos hubo de todo: justicias, injusticias, habilitaciones, off-side y penales a favor y en contra.

Llegué al centro de prensa a las 9 ese mismo día del encuentro entre nuestra selección y Colombia, y cuando pidieron formar una fila, fuí el primer periodista en ubicarme y recibir el tan deseado pase, ese que me dejó cara- cara con el arquero y convertí el gol, esos de características psicológicas. ¡Gol!.

Después tuve varias salvadas en mi valla y aguantar el hecho de ser visitante, empecé aliarme, después del entretiempo con varios colegas: conocí al primer correntino que no sabe cebar mates, al neuquino gracioso y al único hombre en toda la ciudad que no lo atendían en la terminal y al fotográfo del sur pero que se “aporteñó” al vivir en La Plata. Todos los muchachos se alegraron al saber que era el único en el centro de prensa que tenía equipo de mate y compartimos varios termos para empezar a definir un encuentro con los “verdes”, las risas y hablando de fútbol, sin imaginar que después nos dolerían los ojos debido al segundo encuentro de los por entonces conducidos por Sergio Batista.

El arquero, el dos y el enganche me salvaron el partido, porque convertir un gol no te asegura un cotejo, lo abre pero no lo cierra. Conocí excelentes personas que me salvaron de estar varias horas solo, sin dormir y de estar en un ámbiente extraño, en donde seguramente las ansías internas iban a hacer explotar un estadio.

Vencí en mi partido (cubriendo muchos partidos y en varios estadios), y actualmente sobre mi transpiración tengo la experiencia de la primer cobertura de un evento internacional. Simplemente agradezco a los colegas que conocí, tanto a los mencionados en esta crónica como aquellos con los que charlé, esos profesionales nacionales e internacionales que hoy me hacen un mejor jugador, más conocedor de las panóramicas, y ahora espero ansioso el siguiente partido pero a estos mismos compañeros para seguir jugando en la adversidad y demostrar que con los sueños, la voluntad, la capacidad propia y ajena el fútbol se deja ganar y gané.

TXT Matías Díaz | Locutor, periodista y periodista deportivo
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N. del A. En la foto, de izquierda a derecha: Ernesto Veragua, Matías Diaz y Ezequiel Gesumaría en la Sala de Prensa de Santa Fé.

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